22 junio 2013

Editoriales Cartoneras en Casa de América




Carolina Espinoza Cartes, editora de Meninas Cartoneras, moderó la mesa La conquista del cartón: revisando los 10 años de cartoneras en Casa América, llevada a cabo el pasado 11 de junio. Les dejamos una reflexión que ella hace sobre la charla y debate de ese día.


Diez años a paso de gigante. Diez años de una experiencia parida en medio de una noche delirante en Buenos Aires y que hoy se extiende en los cinco continentes. Diez años de editoriales cartoneras, diez años de una expresión artística, literaria, social y ambiental que busca su lugar en el mundo. Lo busca, todos los días.
Y no es fácil buscarle un sitio, un nombre. Por eso nos gusta pensar en lo inclasificable de la experiencia cartonera. En su multiplicidad de formas y expresiones, cuyo único común denominador en algunos casos, es el cartón. El cartón como herramienta madre, como materia prima, como sustrato para abonar un sinfín de experiencias. Como medio y mensaje de protesta. Exquisitamente diverso, reivindicativamente diverso.
Esta celebración de la bibliodiversidad cartonera aprovechando la onomástica de los diez años del inicio de Eloísa Cartonera, es lo que nos motivó a participar en la mesa “La conquista del cartón: diez años de editoriales cartoneras” en Casa América de Madrid.  Antes de volcarnos en exposiciones, ediciones conmemorativas, homenajes, reportajes “a diez años de…” creímos que ya era hora de reflexionar hacia dónde va el modelo cartonero – si es que va hacia algún sitio- y conocer de cerca otras experiencias para recrearnos en nuestra bibliodiversidad. No se trataba de medir con una misma vara modelos que obedecen a contextos distintos: el componente social reivindicativo de un libro a bajo coste de las cartoneras por ejemplo, del Cono Sur,  poco tiene que ver a simple vista con la valoración de un trabajo artístico y multidisciplinar y hasta en algunos casos transmedia, de una cartonera europea donde todos los actores del proceso participan y son retribuidos. O el trabajo bilingüe en lenguas indígenas de las cartoneras andinas no se puede comparar con el bilingüismo de los textos que nacen en lengua indígena y son traducidos a una lengua europea. O las que eligen expresiones artísticas, o las que eligen publicar ilustraciones, o las que editan textos de poetas carcelarios, o las que rescatan memorias olvidadas. Todas son distintas, todas somos en alguna medida, marginales, todas –menos mal- se engrandecen en su diferencia, pero a todas les gusta en algún momento, guarecerse bajo el paraguas de las cartoneras. Un paraguas que cubre a todos.
La profesora de Literatura Hispanoamericana  en la Universidad de Wisconsin-Madison, Ksenija Bilbija hizo hincapié en su intervención en las cuentas corrientes y en las cuentas no saldadas de estos diez años de editoriales cartoneras, recordándonos que quizá, el gran ausente en estos diez años o el actor que quizá menos “interviene” en la obra cartonera es el autor – en este caso, el autor conocido-,  que actúa a modo de inversionista sacrificando los derechos y  compartiendo cartel con autores desconocidos en pos de que sus escritos lleguen a manos que en otras circunstancias nunca podrían haber llegado. Bilbija también rescató el ambiente que tiñe el proceso de elaboración de un libro cartonero, atribuyéndole cierta satisfacción que va más allá del placer que puede surtir por ejemplo, el olor a los folios recién impresos y empastados. En sus palabras: “es como si el aura benjaminiana que la obra de arte perdió en la época de su reproductibilidad técnica ahora estuviera reciclada en el libro cartonero”.
Iván Vergara,  poeta y editor de Ultramarina -editorial cartonera trasatlántica con sede en Sevilla- defendió la pluralidad de los modelos cartoneros tanto como proyecto sostenible -donde todos los involucrados obtienen retribución por el trabajo entregado a la cartonera- así como modelo artístico, apostando por una edición cuidada a caballo entre lo físico y su extensión libre de derechos y coste, disponible en Internet. Para Iván, el valor del libro como obra, como objeto de arte, no está en juego, ni reñida  con la asequibilidad de un libro cartonero. Son modelos diferentes y cada uno tan válido como todos.
La poeta Violeta Medina a punto de ser editada por segunda vez junto a un poeta canadiense y una poeta italiana en la serie “Nos habita”, con Meninas Cartoneras, comentó la experiencia del autor, de estar presente en cada una de las fases de la edición del libro. En especial contó su experiencia con las dos ediciones benéficas hecha en conjunto con el hogar de niñas y mujeres de Calcuta, a través de la ONG Colores de Calcuta, ediciones “intervenidas” con pequeñas obras –acuarelas y bordados- hechas por las propias beneficiarias de la obra.
El escritor y crítico Constantino Bértolo recordó los inicios de la edición independiente en España y sus deudas pendientes con el mundo de los escritores noveles. Hoy por hoy, precisó: “Ser independiente significa ser independiente de la lógica del mercado, ser una editorial de tamaño medio pequeño, y tener una  política editorial distinta a las de las multinacionales”. Según Bértolo, las editoriales independientes españolas no lo están haciendo, a diferencia de algunas independientes latinoamericanas. En todo este contexto, las cartoneras para Bértolo “están llamadas a publicar cosas nuevas y de acabar con el monopolio de la jerarquía de las editoriales tradicionales elitistas. Sin embargo las cartoneras no siempre publican cosas nuevas aunque el acto de construir un libro con tus manos, deja en claro en qué consiste la libertad”.


 

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